miércoles, 14 de agosto de 2019

Los Tres Preceptos Del Derecho Y Su Relación Con Los Virtudes Tradicionales Romanas


LOS TRES PRECEPTOS DEL DERECHO Y SU RELACIÓN CON LOS VIRTUDES TRADICIONALES ROMANAS

Aníbal A. Ruiz Armijo

En clásica formulación, el jurista romano Ulpiano (c. 170-228 EC) nos dice que «Iuris praecepta sunt haec: honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere» [«Los preceptos del Derecho son estos: vivir honestamente, no dañar a otro, dar a cada uno lo suyo»] (D. 1.1.10.1).

En realidad, el primero (honeste vivere) abarca los otros dos, pues no vive honestamente quien daña (injustamente) a otros, ni quien incumple con las leyes o viola los pactos o contratos.

La honestitas está constituida por las cualidades de veracidad, decencia, decoro, rectitud, justicia, razonabilidad, y coherencia (es decir, la concordancia entre lo que el individuo piensa y dice, y lo que hace), características del individuo conocido por su respeto a las buenas costumbres, a los principios morales y a los bienes y derechos ajenos.

Ella resume o abarca las exigencias del mos maiorumla costumbre de los ancestros»), expresadas por la lex (ley), por los mores (costumbres) y por las instituta (instituciones).

La honestitas se expresa en las cuatro virtudes cardinales del ciudadano romano:

1. La iustitia: que es la «continua y perpetua voluntad de dar a cada quien lo que le corresponde» (Ulpiano).

2. La prudentia: [de providentia: previsión]: es decir, actuar con consciencia de lo que se hace o de las consecuencias de los actos propios.

3. La fortalitia: [fortis: fuerte]: Es el aguante, la entereza moral, la fuerza de carácter, la resistencia.

4. La temperantia: Es la moderación, la mesura, la sobriedad, la continencia. Se relaciona con el concepto de decorum (lo apropiado, lo adecuado), y que a su vez se expresa en un concepto netamente romano de difícil traducción: la gravitas, que abarca las cualidades de seriedad, severidad y consciencia de la propia dignidad, un sentido de la importancia de los asuntos, un sentimiento de responsabilidad y empeño (en oposición a la levitas: la frivolidad, la ligereza, la inestabilidad, la falta de seriedad; aunque puede ser moderada por la comitas: la desenvoltura, el buen humor).

Además de estas cuatro virtudes cardinales, los romanos reconocían un conjunto de otras virtudes exigidas por el mos maiorum.

1. La industria: la capacidad para realizar sus deberes con esfuerzo y diligencia (se contrapone a la voluptas, la complaciencia en el placer sensual).

2. La clementia: la indulgencia o tolerancia mostrada hacia los errores y faltas de los demás; la moderación, la gentileza, la humanidad y la misericordia mostrada (se contrapone a la duritia, la dureza o severidad hacia los demás).

3. La pietas: la devoción, dedicación o lealtad hacia la patria y hacia los padres y otros parientes de sangre (Cicerón); se manifiesta en el cumplimiento de los deberes hacia la patria (pietas erga patriam) o hacia los padres (pietas erga parentes).

4. La patientia: la habilidad o voluntad de sobrellevar o soportar con entereza el dolor, el sufrimiento o las dificultades.

5. La constantia: la persistencia en hacer lo necesario para alcanzar la meta propuesta, sin desfallecer ni renunciar pese a las dificultades que surjan o el tiempo que pase.

6. La fides: la confianza que inspira una persona por sus valores de lealtad y honradez.

7. La sapientia: el conjunto de saberes prácticos adquiridos por el individuo a través del estudio o de la experiencia.

8. El ordo: el orden o la organización observado en la conducción de los asuntos privados o públicos.

9. La frugalitas: la sencillez en el vivir; la ausencia de lujos.

10. La disciplina: la formación de la firmeza de carácter.

11. La virtus: (de vir: varón) la virilidad y la energía.

Como puede apreciarse, el conjunto de las virtudes romanas puede sintetizarse en una sola que las engloba: la severitas, que significa severidad hacia uno mismo, auto-exigencia, rectitud, cumplimento a rajatabla de los deberes que se tiene como hombre (vir), como ciudadano (cives, quirites) y como soldado (milites).

Poseer tales virtudes permitía al ciudadano romano acumular dignitas y auctoritas:

a) la dignitas es la suma de la influencia y el prestigio personal de un ciudadano, que iba adquiriendo a lo largo de su vida. Era la categoría personal del individuo dentro de la sociedad, implicaba su valía moral y ética y su derecho al respeto y a un adecuado tratamiento. Era la cualidad personal más apreciada por el romano, que debía estar listo a matar, ir a la guerra e incluso suicidarse o matar a su esposa o hijos para preservarla;

b) la auctoritas es el grado de preeminencia, de prestigio, de liderazgo del individuo; su importancia pública y privada, y, sobre todo, su capacidad para influir sobre los acontecimientos por la simple fama pública de quien la posee.

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